Al proponer a hablar de la búsqueda por la excelencia, elegí un tema un poco arriesgado para el artículo de hoy. Al final, hablar de excelencia es una responsabilidad muy grande. Como si no fuera suficiente, hablar de excelencia y traer algo nuevo es aún más desafiante.
Para empeorar, resolví hablar de una cita de Aristóteles (que en realidad no es de él) porque fue de sus pensamientos que la idea surgió. El año 2018 estaba en Concordia, estado de Santa Catarina, en una conferencia de Clóvis de Barro en el evento Hoje 2018. En esa reunión el hablo un poco sobre la búsqueda de la excelencia de acuerdo con los preceptos de Aristóteles. Investigando un poco sobre eso, llegue a la siguiente cita:
“Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto, sino un hábito” (Will Durant).
Si usted busca en Google, encontrará esta frase, varias veces, asignada a Aristóteles. Sin embargo, en realidad, fue escrita por un filósofo, historiador y escritor estadounidense llamado Will Durant. Él la escribió para resumir el pensamiento de Aristóteles acerca de la excelencia. Y de ahí vino toda la confusión de la cita. Pero, volviendo al tema del texto:
En el artículo de hoy, pretendo hablar un poco sobre esa frase. Hablar de excelencia y sobre cómo ella, si realmente estamos en la búsqueda de la excelencia, necesita ser el foco de todo un propósito de vida.
Somos lo que repetidamente hacemos
Cuando oímos la palabra excelencia, a veces sentimos como si fuera una entidad cósmica distante. Como si fuera intocable y demasiado compleja para ser alcanzada. Pero, volviendo a los que haceres terrenos, todos los días, realizamos diversas actividades. Una seguida de la otra. Unas más grandes, más largas. Otras menores, más rápido. Y por más que fuimos (o no), la repetición siempre nos alcanza. Y ese es el punto clave: para Aristóteles, es en el mundo terreno que mora la excelencia.
Nuestro mayor error es encontrar que la excelencia es algo a ser alcanzado. Como una montaña que necesitamos escalar hasta la cima. ¡No lo es! La excelencia es el más constante de los procesos, no tiene fin. Excelencia es trabajar con la máxima atención en lo que está trabajando. Hacer “lo mejor posible” esa actividad rutinaria.
Cuando alcanzamos esa mentalidad, entendemos ese concepto, llegamos a la segunda parte de la frase:
La excelencia, entonces, no es un acto, sino un hábito
Cuando entendemos que la excelencia necesita ser parte del día a día, necesita ser practicada, comenzaremos a, día a día, promover mejoras en lo que hacemos. Por lo tanto, la búsqueda de la excelencia debe ser un hábito. Algo que buscamos hacer independientemente de la ocasión, sea lavando los platos en casa, interactuando con otras personas en la fila del banco o trabajando en los procesos de la empresa.
Sí, es muy difícil buscar excelencia en todas las ocasiones. Requiere compromiso consigo mismo, con los demás. Requiere disciplina, persistencia, entrega. Requiere compromiso diario, pues nosotros sólo nos haremos excelentes mientras repetidamente buscamos excelencia. Lo que significa que esta búsqueda nunca acabará. Si usted deja de buscar excelencia, deja de ser excelente, es una relación de doble dependencia, casi de simbiosis.
La búsqueda de la excelencia tiene que ser una jornada palpable
Yo sé, es difícil buscar excelencia, y más: vamos a fallar repetidas veces (tengo un currículo enorme de fallas). Cualquier descuido y la excelencia vuelve a ser la entidad cósmica impracticable. Y aquí es donde la atención necesita ser activada.
No recuerdo la fuente, pero leí en algún lugar que la búsqueda de la excelencia puede basarse en 3 preguntas. Ellas son mi contribución práctica a usted. Para que el artículo no quede solo en el campo filosófico.
Cada vez que es hacer algo, sea lo que sea, pregúntese a sí mismo:
1 – ¿Qué tengo que empezar a hacer?
Si es una tarea, proyecto o proceso, probablemente encontrará puntos que se pueden mejorar. Cosas que usted necesita (o puede) comenzar a hacer para tener más resultados. Si es algo que todavía no sucede, pero tiene que suceder, ¡es aún más importante empezar! El texto La excelencia y la riqueza de hacer mal, de Jeison, lo explica de forma más clara, recomiendo.
2 – ¿Qué necesito dejar de hacer?
De la misma forma, como vivimos, adquirimos experiencia (incluso con las fallas). Si un proceso, proyecto o tarea no está funcionando como debería o no está dando resultados, hay que abandonar viejos hábitos y lanzarse al nuevo, buscando formas de mejorar. Yo sé que esto parece obvio, pero a veces la gente se atiene a los propios hábitos o la rutina y simplemente no percibe eso.
3 – ¿Qué necesito aprender a hacer?
Para poner en práctica las dos cuestiones anteriores, será necesario ver lo que, por más obvio que sea, no podemos ver. Y para hacer eso, nosotros mismos necesitamos evolucionar, aprender más y más hasta que consigamos ver nuestros propios errores y fallas. Y crea, ese paso tal vez sea el más difícil de todos.
¡Dé un paso a la vez!
Si usted encuentra la respuesta para al menos una de esas cuestiones, ya sea en la vida personal o en el trabajo, su búsqueda por la excelencia ya tiene el primer paso a la muestra. ¡Y tal vez sea un gran primer paso!
La excelencia es el resultado del deseo de ser mejor
La excelencia viene de dentro hacia fuera, como una voluntad avasalladora de hacer el mundo mejor para sí mismo y para los demás. Entonces, no es posible esperar a que la empresa mejore los procesos. Actuar con excelencia no depende de nadie, de nada. Es necesario hacer mejor en el ahora, de la forma que sea, como sea. Y eso va a tirar otra y otra mejora.
Así como todo en la vida, la excelencia sólo será verdadera si es un deseo intrínseco. Un deseo que esté tan arraigado en su alma que nadie pueda sacarlo de usted. Un deseo tan fuerte, pero tan fuerte, que sale del pensamiento para materializarse en acción. Pero eso, es asunto para otro artículo.