voluntad

Dirigir requiere algo más que fuerza de voluntad

Clara está a punto de cumplir 3 años y llora todos los días porque no quiere ir al colegio. Pero con todo el dolor en el corazón, la llevo y la dejo llorando igualmente,incluso en contra de su voluntad.

Le estoy enseñando a Clara que la voluntad es algo que está fuera de nuestro control. Y tenemos que ocuparnos de cosas que no nos apetece hacer. Tan importante o más que hacer lo que nos gusta, es hacer lo que no nos gusta cuando tenemos que hacerlo. Hemos perdido la capacidad de insatisfacción.

Un trabajo que no quiero

He asumido una nueva responsabilidad en el trabajo, no me gusta hacer el trabajo que tengo que hacer. Me cae bien la gente, me gusta el ambiente, pero ese trabajo, no me apetece, no me anima, no me motiva.

¡Pero jódase! Hay que hacerlo, y lo voy a hacer.

Para eso necesito fuerza de voluntad.

Lucho cada día por encontrar puntos de conexión entre el trabajo que tengo que hacer, mi motivación y mi alegría para aprender a hacerlo con la máxima pasión.

Es importante decir que la voluntad es diferente de la fuerza de voluntad. La VOLUNTAD es querer algo, el PODER DE VOLUNTAD es actuar hacia lo que se quiere.

Dirigir requiere fuerza de voluntad

Cuando educamos a nuestros hijos, nos estamos educando a nosotros mismos. No se educa a un niño sin decir nada. Aprenda observando lo que hace. Por lo tanto, o se mejora, o no se educa tan bien como se quisiera. Siga su ejemplo.

¡Lo mismo ocurre con los equipos!

Todo el tiempo los equipos están midiendo nuestro desempeño por nuestro compromiso, y por la forma en que enfrentamos las más diversas situaciones. Por lo que aceptamos y lo que refutamos. El liderazgo es un ejercicio de ejemplo. Todo lo demás es el 10%, mientras que el ejemplo es el 90%, o quizá el 95%.

Y es fácil ser un ejemplo cuando se habla o se concentra para esto, lo digo por experiencia propia, pero es difícil ser un ejemplo cuando todo va mal. O cuando algo se nos escapa de las manos, o cuando asumimos algo que nos asusta y tenemos que decidir.

Es cuando todo el mundo nos observa, hijos, amigos, seguidores y jefes.

Los padres, al igual que los líderes, no están para complacer.

Por supuesto que quiero a mi hija, al igual que quiero a las personas con las que trabajo, e incluso tengo cariño por varias personas que conviven conmigo cada día en el trabajo.

Sin embargo, amar no significa complacer, sino cuidar. Si me preocupo por mi hija, empiezo hoy mismo a mostrarle que ciertas cosas son diferentes de lo que ella espera. Y que enfadarse, llorar y hacer pucheros (berrinche) no cambiará las cosas. Le muestro que lo decidido por la alta dirección (su madre), es decir, “vas a ir a la escuela”, será cumplido por el equipo táctico (yo, que soy quien la lleva a la escuela) y que ella (operación) deberá aceptar la dirección, porque el camino que escojamos hoy nos llevará a un buen camino en el futuro.

Por supuesto, la alta dirección no siempre tiene razón, pero en este caso sí. Por eso escuchamos, hablamos, debatimos, pero una vez tomada la decisión, hay que cumplirla.

Genchi Genbutsu

El líder tiene el deber de señalar los problemas, inconstancias y fallas del equipo, no con el deseo de castigar, amenazar o humillar, sino para educar, esto para promover             la mejoría continua. También debe apuntar lo que parece difícil de decir, pero que debe decirse.

Esto me recuerda a esa práctica oriental del ‘Genchi Genbutsu’, que dice que: si usted es un líder y no tiene 10 minutos libres, no salga de su habitación. Porque si llega a salir y ve algo malo, debe dejar inmediatamente lo que está haciendo para verificar la situación.

Pasar por eso, ver y no hacer nada, es mucho peor que el propio problema en sí mismo. Es su postura, su conducta, su ejemplo como líder. Por eso, cuando interactúe con sus colegas y equipos de trabajo, sea consciente de las normas que deben respetarse y dé inmediatamente su opinión cuando identifique desviaciones.

Conclusión:

Más que hacer lo que uno quiere, necesitamos reaprender a hacer lo que se debe hacer, y en lugar de hacer nuestras propias voluntades, debemos desarrollar en nosotros mismos y en las personas que nos rodean, la fuerza de voluntad necesaria para lograr cosas importantes.

Ser un ejemplo no es ser perfecto, es actuar de forma correcta en los diferentes escenarios que se presenten, eso es liderar y el liderazgo clama por buenos ejemplos.

Muchos tienen ganas de liderar, pero no basta solo la voluntad, pues liderar requiere fuerza de voluntad.

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